Artículos

Somos una organización que promueve

una niñez y adolescencia segura y sana

Conoce más sobre nuestro trabajo

Haz click aquí

¿Mi apariencia física me hace una persona más valiosa?

Edad sugerida: 12 años +

Aparece con mucha frecuencia (y cada vez más temprano) ese interés, por no decir obsesión, por nuestra apariencia. Vemos y recibimos comentarios de nuestro ambiente cercano (amigas, amigos y familiares) y en nuestra sociedad (Instagram, Tiktok, publicidad, etc.) de nuestros cuerpos y de un ideal de belleza altamente valorado. Es sumamente difícil no compararnos con ese ideal y darnos cuenta que no somos iguales o «perfectas/os». Probablemente no tengamos ese cuerpo, esa nariz, esos ojos, ese color de pelo, ese color de piel, esa cintura, esas piernas… pero ¿Es tan terrible eso? No te voy a mentir, me ha pasado un millón de veces y la sensación con la que termino es con un descontento conmigo misma. No sólo eso, termino con una creencia de que debería ser así y que tengo hacer lo posible para poder llegar a ese ideal.

Por mucho tiempo yo pensaba que para ser feliz yo tenía que tener el cuerpo y los rasgos de otras personas, de mi “ideal”, que el mayor de mis problemas era mi físico y cuando lo solucione, todo lo demás en mi vida encajaría. Así que intenté “solucionar” con dietas y ejercicios mi «problema». Durante todo ese proceso, en vez de sentirme tan segura de mí misma como esperaba, sólo me sentí frustrada, aislada, agotada, decepcionada, molesta, y con un repertorio interminable de autocríticas y exigencias.

Tras mucha lucha me di cuenta que, en primer lugar, mi aspecto no tiene porqué ser un “problema”, mi cuerpo simplemente convive conmigo. No sólo me acompaña, si no que también me permite hacer cosas increíbles: correr, bailar, escuchar, hablar, reír, dibujar, etc. En segundo lugar, aprendí que no tenía que parecerme a nadie. Mi ideal era, es y será ser yo misma, en todas sus fases, edades y cambios. Finalmente, entendí que para ser feliz tenía que soltar esta imagen de cómo debería ser y aceptar quién y cómo soy. Que todos somos diferentes y especiales sin tener que parecernos a nadie. Saber que hay aspectos que antes no me gustaban de mí misma, y que hoy sé que son los que me hacen única. Y, precisamente esa individualidad, nos hace completos, porque nadie es cómo uno.

Muchas veces creemos que nuestro físico nos va a permitir ser felices, tener más amigos/as, más amor, una mayor autoconfianza y más éxito. La realidad es que la manera en cómo nos vemos NO es una condición para ser merecedores de felicidad, amor, respeto, atención, amistad y en general de experiencias positivas. Hace unos meses leí una frase que cambió completamente la manera en que veo mi cuerpo como algo que me define: “tu cuerpo, tan perfectamente imperfecto como es, es lo menos interesante que tienes para ofrecer”. La razón por la que está frase me pareció tan importante es porque presenta nuestra apariencia física como algo secundario, algo que no sucede con mucha frecuencia. Resalta que nuestro valor NO es dependiente a cómo nos ven los demás.

Todas y todos, sin importar el tamaño, peso, raza, dinero y de dónde vienen somos merecedores de cosas buenas. Esta frase nos invita a explorar, conocer y promover esas otras partes internas de nosotras/os mismas/os que podemos ofrecer.

Espero que este artículo te invite a VIVIR plenamente, a ejercitar el mirarte en el espejo y no encontrar defectos o diferencias con otros. A hacer las paces contigo mismo/a y a quererte por lo que llevas dentro.