Cuando escuchamos la frase «agresor sexual», a menudo imaginamos a una figura desconocida y amenazante que acecha en la oscuridad. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Los agresores sexuales pueden estar entre las personas que conocemos, incluyendo familiares, amigos, vecinos e incluso personas aparentemente amables y confiables. No llevan una marca distintiva ni se presentan con un aviso de precaución; a menudo, abusan de la confianza que les brindamos y pueden parecer completamente inofensivos.

Es crucial aprender a reconocer las actitudes y comportamientos que podrían ser indicativos de peligro. Aquí hay algunas señales a tener en cuenta:

• Tocamientos indebidos: Toques inapropiados en diferentes partes del cuerpo, como las piernas, la espalda o debajo de la ropa.
• Abrazos incómodos: Abrazos que pueden parecer inocentes pero te hacen sentir incómoda/o, con la intención real de explorar partes íntimas de tu cuerpo.
• Comportamiento sospechoso: Mensajes con doble sentido, indirectas o comportamientos extraños alrededor de otros adultos.
• Exhibicionismo: Mostrar partes íntimas del cuerpo o intentar que veas a la persona desnuda/o.
• Solicitud de secretos: Pedirte que guardes secretos sobre su comportamiento o interacciones.

Si observas alguna de estas señales, es fundamental que no te quedes en silencio. Busca ayuda hablando con un familiar de confianza, un docente o accediendo a los canales de ayuda disponibles. Lamentablemente, en muchos casos, los agresores sexuales son personas cercanas, lo que subraya la importancia de estar siempre alerta y dispuesto/a a actuar ante cualquier indicio de peligro.