La abstinencia es la decisión voluntaria de renunciar a complacer un deseo. Existe abstinencia al alcohol, a ciertos tipos de comida y a las relaciones sexuales.

Por mucho tiempo se ha pensado en la abstinencia como el mejor y único método anticonceptivo. Asimismo, algunas personas emplean la abstinencia como una forma de protegerse de las enfermedades de transmisión sexual.

Es cierto que practicando la abstinencia no hay posibilidad de embarazo ni de contagio de una ITS o ETS. No obstante, hoy en día existen diversos métodos que minimizan dichas posibilidades. Como mencionamos al inicio, la abstinencia es una decisión voluntaria, no obstante, sabemos que muchas veces esa decisión se ve influenciada por nuestros padres o la religión. Sabemos que son personas y/o aspectos importantes en nuestra vida, pero quienes toman las decisiones y lidian con las consecuencias de las mismas somos nosotras/os.

La sexualidad es mucho más amplia que el sexo, la reproducción y las infecciones o enfermedades. Es una forma de disfrutar nuestro cuerpo y a la vez es una nueva responsabilidad. Además, no es saludable pensar constantemente en la posibilidad de que si tenemos sexo algo malo puede pasar. De esta forma, estaríamos pensando que el peor escenario posible es muy probable, cuando en realidad no es así:

• Cada mes, una mujer tiene entre 20 y 30% de posibilidades de quedar embarazada. Aún teniendo relaciones sexuales durante sus días fértiles.
• El condón, como método anticonceptivo, tiene una eficacia entre el 85 y 95%. Sin embargo, es muy poco probable contraer una ETS si es que se emplea el condón de forma adecuada.
• Cada día, más de un millón de personas contraen una ITS o ETS. No obstante, en la actualidad todas las ITS o ETS tienen tratamiento médico. Además, empleando adecuadamente un método de barrera es posible prevenir que esto suceda.

Tener o no relaciones sexuales es tu decisión y ambas son totalmente válidas. Recuerda estar informada/o y tomar una decisión propia y consciente, más no por imposiciones de la sociedad.

Escrito por:

Isabela Reyes Gonzales
Estudiante de Psicología de la Universidad de Lima.