Existen diferentes tipos de relaciones: amicales, románticas, familiares, laborales etc. Lo importante es que estas relaciones sean saludables.

Una relación saludable te da felicidad, placer, te trae nuevas experiencias y fomenta tu crecimiento personal. Por otro lado, una relación que no es saludable puede que también te haga reír o te de momentos de felicidad; pero la mayor parte del tiempo, te genera dolor, ansiedad, celos, miedo y detiene tu crecimiento como persona. Si bien, ninguna relación es perfecta y siempre hay conflictos o desacuerdos, la diferencia entre una relación saludable con una que no lo es, reside en que los conflictos en las relaciones saludables te dan una oportunidad para que mejoren su manera de comunicarse y desarrollen sus habilidades de resolver problemas. Mientras que, en las relaciones tóxicas o no saludables, los conflictos dan una excusa para manipular o herir a la otra persona.

Para que una relación sea saludable presta atención a lo siguiente:

Mutuo: Ambas/os disfrutan y quieren estar en una relación. Ninguno está en la relación por culpa u obligación.

Honestidad: Puedes compartir tus sentimientos con tu pareja sin miedo o juzgamiento.

Apoyo: Ambas/os quieren que cosas buenas les pasen y se ayudan para que eso sea posible

Sin abuso: Una relación saludable NUNCA involucra una agresión verbal o emocional, agresiones físicas, forcejeos, o sexo bajo presión o a la fuerza.